En Zea Mays ya era una tendencia que los sintetizadores comenzaran a tener presencia. “Atera” (2019) se bañaba en cierta sonoridad ochentera, mas en “Adore, Kemena, kuraia” los sintes son parte vital del vestido y/o de los complementos. Chips y emulaciones matizan todo el disco y conviven en armonía con el sentido rock del grupo.

Reseñar la sedosa colaboración con Rozalén, “Ez naiz ni”, balada, sintes, guitarra limpia, espacios… y mucha luz. Qué puñetera maravilla. Más dos cortes que cierran un sueño y una carrera de superación continua, iluminada y sólida.

Matizar, finalmente, que, si bien las letras parecen, en su mayor parte, inspiradas por el estado emocional y sensible al tener que convivir con un tumor a tratar y superar, como ocurrió felizmente, casi todos los textos se escribieron antes del diagnóstico y que ni Aiora se explica cómo pueden encajar tan bien ante una situación de vida sensorialmente tan extrema, pero bien diferente al entorno en el que se crearon.

__Pablo Cabeza