El tercer trabajo de los tolosarras Glaukoma no es suave y edulcorado como es habitual actualmente. Kalima no la produce la factoría Disney, sino Bonberenea, y el disco es tan seco como pegajoso a la vez, como sólo la arena puede serlo.
En nuestras desérticas vidas (¿vamos en una caravana hacia ninguna parte?) el trabajo precario, el espejismo del bienestar, la líquida realidad y el falso amor en tiempos de la red son conceptos desnudados por la Kalima.
En Kalima se puede apreciar el estilo Glaukoma pero con más profundidad, más directo, más seco. La madurez y los días que vivimos queman la alegría juvenil. El mar tampoco es el de la infancia, ya que es el mar del olvido y la muerte.
Dicen hoy en día que no hay fronteras, pero la realidad es que cada vez son más altas las vallas y más afiladas las concertinas. La Kalima, no obstante, no conoce fronteras y llega hasta nuestras almas, golpeándonos y secándonos nuestro interior en el círculo Glaukoma.
Se puede bailar con Kalima. Se puede tener buen rollo con Kalima. Pero algo se ha roto dentro de nosotros y en nuestro entorno. Si no lo entiendes en 13 canciones, en euskera y castellano, hay algo aquí que va mal…
Eneko Barberena, verano de 2017
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